Notas Programa 3.- El clave: Rey de la Orquesta


Los Conciertos del Museo para las Familias Música de cámara antigua, barroca, clásica y contemporánea

Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife 

 

Programa III
Domingo, 21 de noviembre de 2010, a las 12:00 horas

El fortepiano para el cambio de estilo. Siglo XVIII

Jacques Ogg, fortepiano según A. Stein, 1784, afinado en La3 a 430Hz. Instrumento cedido por la colección CAF de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel.

Obras de C.P.E. Bach, Clementi y Mozart 

 

Este tercer concierto del ciclo del museo para las Familias nos ayudará a comprender la importancia que siempre ha tenido el desarrollo de los instrumentos musicales en la evolución de la música. El oyente asocia la música para teclado con el piano actual, un instrumento con gran capacidad dinámica, desde el pianissimo más delicado hasta el fortísimo de carácter orquestal, y un timbre maleable que abarca desde las gamas más aterciopeladas cuando se usa el pedal izquierdo (pedal llamado una corda), hasta los acerados matices sonoros conseguidos con ataques específicos del brazo y la muñeca del ejecutante.

Pero este instrumento, de todos conocido, tan sólo tiene algo más de un siglo de existencia. Efectivamente, son los pianos creados por Steinway a partir de 1880 en Hamburgo los que ya podemos llamar pianos modernos a pesar de que posteriormente se han hecho modificaciones en el diseño que no han variado sustancialmente sus características tímbricas, dinámicas y mecánicas.

La evolución histórica de los instrumentos de cuerda hasta culminar en el actual piano es una fascinante aventura que arranca en la Edad de Bronce con las primitivas cítaras: conjunto de cuerdas dispuestas a cierta altura sobre una tabla y que vibran al ser pulsadas por los dedos o un elemento punzante. Si a este instrumento se le añade una tabla armónica, fundamental para reforzar los sonidos armónicos que conformarán el timbre del instrumento, y se le da forma trapezoidal en función de las longitudes de las cuerdas, tendremos los salterios tan bellamente representados en las magníficas miniaturas de las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio.

Estos instrumentos tañidos con los dedos fueron sustituidos por el dulcimer, antecesor del actual cimbalón, en el que el sonido es arrancado de las cuerdas mediante la percusión con unos ligeros martillos asidos por cada mano. La idea de percutir las cuerdas en vez de punzarlas, unida a la invención de un mecanismo que permitiera la acción indirecta de los dedos del ejecutante al modo de los clavicémbalos, germinará en los primeros fortepianos de Bartolomeo Cristofori en torno a 1695. El genio de Cristofori consistió en cambiar el plectro de los instrumentos de cuerda con teclado por un pequeño martillo cuyo extremo estaba recubierto de cuero. Este mecanismo producía un sonido dulce, sostenido, de afinación ligeramente mudable y con notable capacidad expresiva, modulada por el toque de los dedos del ejecutante, a diferencia de los clavicémbalos en los que los plectros mecánicos producían un sonido de intensidad invariable y afinación fija.

Estos fortepianos de Cristofori dieron paso a los de Gottfried Silbermann que introdujeron modificaciones notables en cuanto a la ligereza del teclado y el volumen sonoro reforzado especialmente en los sonidos agudos. Johann Andreas Stein, discípulo aventajado de Silbermann, fue el creador del llamado fortepiano vienés. En el instrumento que tendremos la oportunidad de escuchar esta mañana, el color tímbrico del piano es perfectamente identificable pero más delgado, transparente y con aromas de madera que no se encuentran en los pianos modernos. Para este tipo de instrumento es para el que componen Clementi, Mozart y Carl P. E. Bach. Hoy podremos comprobar cuáles son los auténticos timbres, las dinámicas, los ataques y los tempi (velocidades) que querían utilizar en sus composiciones para fortepiano estos genios de la música universal.


JESÚS ARIAS VILLANUEVA, noviembre de 2010 

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